09 enero 1975

VETA MUTIS - POESÌA - LIBRO PRIMERO


Perusalén, invierno de la Primavera de 1975

VETA MUTIS

La imagen indecible: satori, tropiezo del sueño con otro, mediodía en la eternidad: una sombra -negrísima- movióse frente a mis ojos, era una mano, y atrás,
¡oh veta mutis de verdades!, una constelación de estrellas, ¡la misma mano! agitándose al mismo tiempo. Zen o imaginación: ¡cuerpo, luz y sombra, la misma ilusión!

los siete mares rojos











Al blanco velero de tus sueños,
al frescor del azul en sus amarras,
a la tarde en que tu cuerpo me llama,
le canto esta canción acalorada.

A los gemidos salvajes de mi barca,
a la pulpa enrojecida de tu ser,
a tus labios bañados por tibiezas,
a tu perfume delicioso de mujer.

A tus muslos atrapados en los míos,
a la fruta de tus senos por crecer,
al ardor de tu vientre invadido,
al deseo hecho gritos de mujer.

A ti te canto, en los siete mares rojos,
a bordo, Capitán de mi blanco velero.
En ti me vierto, princesa, marinera mía,
a calmar las tempestades de cada día.

el hijo pródigo









De padre dichoso, el hijo pròdigo, 
recibido en risas y finas pieles, 
esta noche se ha vuelto a ir... 

Papà compra màs terneros para engordarlos.

Belleza y muerte









Es el río, la hebra de mar deshilachada. 
Es tu pelo, en desorden y entre bosques, enredado. 
Ya es tarde, preso en tu belleza, fluyo, 
lejos de mi barca, los pulmones hinchados, 
rumbo a la fuente eterna de la vida.

nudo de silencios: palabra









Creo un pájaro vivo a medianoche,
pero me duermo en el primer ojo.
¿A quién le interesa si la luna
sigue atascada en ese barro oscuro?
Ojo-pájaro, si no estuvieras preso,
volarías a mi pecho como una lanza.

la grieta en la mesa








Bajo la mesa, la niña triste sin muñeca, 
y el rayo de luz que desciende hasta su mano. 
Ella sonríe y lo aprieta: dorado ramo de tibiezas.

nocturno











Era verdad...La noche es un tierno animal. 
Su negro pelaje es suave y fino como la de un conejo. 
Desde niño siempre me gustaba espantar, gritar de sorpresa como Tarzán, 
¡en ésta ya se ha de despertar!, 
pero seguía tendido el dormilón animal. 
¡¡Con pompas de jabón las estrellas van a resbalar!!, 
tal vez así despierte el azabache animal... 
El último jinete del horario se escucha pasar, 
y yo le tengo miedo a tanta oscuridad.

haiku









El fin del mundo. 
Dios no alcanzó su vuelo, 
para los cielos.

yerbabuena, yerbamala









¿Has visto la luna?
La lucecita que alumbra la casa del dios dormido.
Antes o después,
las estrellas se la repartieron,
y nadie advierte,
la plateada sombra de su ausencia.

fecha encontrada en el bolsillo, sin usar









Cortina de luz, ¿porquè no te abres? 
Dique roto, avanza. 
Mi corazòn està en su mejor momento: 
mi madre, desgarrada, me abraza 
y yo no puedo respirar.

de labios, creada






Ciudad de oro, enterrada. Hombres de oscuro luminoso que escarban su nombre en medio del olvido. Sol que se sueña y se bebe en la hora de la eternidad.


luciérnaga-mariposa









Un dulcìsimo sueño en la boca de Muriel:
una flor de agua quieta en la tersura de sus labios;
una gota de luz que se posa en la corola,
se la bebe,
irremediablemente.

pyros









Soy el cuerpo tiznado de caricias,
el alfarero del infierno que moldea con su sangre
un crepúsculo nuevo,
me dejo lamer porque prefiero,
la lengua tibia y roja
y ese silencio tuyo y mìo,
bailando alrededor de la ceniza.

camisa de sueño









Camisa de sueño, quién lava tu cuello gastado, y quién te llora, harto de soñar, el mismo lugar en ruinas, los mismos ladrones persiguiéndote. Quizás soy yo quién esconde el sol bajo la lengua y babea arañas mientras duerme, quizás las manos sucias son las mías y mío este instante desesperado. Tal vez por eso cuando grito, nadie me alcanza mis piernas, nadie toca una campana que anuncie que son las seis de la mañana y pronto, un golpe de voz, me abrirá la puerta. Alguien lava esa camisa celeste que no tengo, algún viento la seca, algún crepùsculo la calienta. Alguien seguirá huyendo esta mañana, alguien de este mundo, y del otro. Quizá yo.

cómo haría dios una silla?









Yo sólo quiero un día como el primero: ver salir el sol de pequeño, ayudado por alguien que le enseñe el camino de este a oeste, ver el primer pez aprendiendo a nadar, verme otra vez de pequeño y reirme, sólo reirme, sin molestar.

árbol, raìz de caramelo









Tengo mi colecciòn de fuegos. Tengo uno de Malibù, allì la cera del decenol se mantuvo ardiendo desde el año 53 antes de Cristo. Si vieran què hermoso arde cuando baila sobre mi palma, el hilo azul que derrama en su danza, se estira, se abandona, y luego, se torna roja lava, como los ríos del alma. Tambièn tengo uno de Corainoa, una espina de sol clavada en un espejo de agua. Tengo un sol de ceniza. Tengo: la eternidad en llamas!


lejanemos









Arranco, ola tras ola, todo el mar,
sacudo el perfume salado de sus costas,
lo incendio,
noche tras noche veo chamuscarse
los peces y la espuma.
Al tercer dìa,
contemplo el gran vacío.
Silencio.


una mano invisible me cosìa la boca









Abrázame, le pido. 
La rosa de diamante se abre, 
y se quiebra, 
irremediablemente.

bubú











Nada como unas buenas zapatillas con càpsulas de aire, para girar el globo con los pies. Las prefiero nuevas, o que hayan sido paseadas en un sueño. Y si las mojaron en una lluvia de geranios, aùn màs. Que sean muy suaves, que permitan adivinar los rastros de los niños perdidos. Que salgan todos las noches a patear estrellas, pero que sobre todo sigan su propio camino: un gran cañòn de diamante, una infinita avenida submarina, un hilo de oro por donde se deslizan los pàjaros, o una secreta ruta donde camino este sueño.

ciega









Clava, 
dibuja fieramente cada punto de tu imagen. 
Astilla el viejo espejo hasta lograr tus ojos. 
Y con tus dedos rojos, dibuja, suavemente tus labios. 
Ya después, quién dudará de tu hermosura, 
ciega?

la mañana sabe a pasto









La mañana sabe a pasto, y la parte de los tallos que se mojan, cuando piso, huele al agua sin prisa, al lenguaje de las gotas en tu rostro, y un leve aroma a color demasiado-triste en las pupilas de un cercano atardecer. Hay una parte de este día que no conozco, hay momentos en que la Vida no me llama, y sin embargo, a toda hora me levanto, a mojarme las manos en mi propio silencio. Bendita la luz, el silencio y el agua.

àrbol-buitre









Todos los días caen monedas al mar,
anaranjadas, brillantes.
Desde que tengo catorce años las recojo.
Jamás las pierdo. Nadie sabe.
Son 174 monedas grandes,
metales que mojo de eternidad cuando despierto.
Mañana es especial:
175 es el precio del mundo...

adrecua









Yo vivo en este cuarto, que huele a mí, a nadie más. Hace tres años que mamá viene a tocar la puerta. La oigo llorar como lloran las madres por sus hijos muertos. Ya está servida la sopa dice ella, yo no salgo, estoy tendido sobre el piso y mi sangre reposa en un cono de vidrio sobre mi pecho. Desde esta posición espero que el techo que lancé, antaño, hacia el cielo, termine de caer sobre mi cuerpo. Nadie debe perturbar esta espera. Ni siquiera la llamada telefónica desde el infierno, para decirme que afuera, mi madre, está muerta.

màquina para bajar estrellas









Reina de reinas,
misssoledad es ella:
mi ramera buena,
mi verduga consentida.
Dime que sí.
La noche que muerdo es hermosa:
fecundemos el poema,
penetrando mi verso en tu melancolía.

 
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