14 noviembre 2010

negro escarlata

…olvidé mi nombre, si acaso me hicieran daño, no sabría quien sufre tras los restos, los labios cortados, los dedos con uñas enormes cuya espalda es otra uña, más lisa, más pétrea e incontrolablemente clavada en

los ojos del pecho.

Son las diez de la mañana, se hace tarde para volver a buscar las cosas que se mueven. Descansa camisa, pantalón, cierre que encubre un secreto agujero, donde solía palpitar un nombre de mujer y demasiados pájaros en la copa del árbol.

Tendrás que buscar otra puerta, la tarde se avecina y con ella, la última voz, abrirás la puerta para tirar tu alma lejos, pasadora de cuerpos en el río. Te hubiese regalado un beso, torre de labios, tu cuello, pastizal de crepusculares hojas húmedas, bendito el viento que no se baja, la luz que no se baja, corona de ardientes raíces, sepultada rosa negro escarlata, nada brillas en la ausencia de mis besos, te quiebras, te quiebras, delicada belleza. El agua no te hace bien. El sol te chispea. La lluvia, entonces, se duerme mientras te nombro.

versigenia

A la hora en que callo
Se acuestan las campanas
En el verde resuello de las hojas
masticadas
montañas de miembros
de dioses muertos
murieron en mi mente
ahogados en tragedias
Oye como enhebro este lamento
En la orilla de tu falda
Bendiciela enamorada
Piel afuera no te conozco
Cuando beso tus ojos de muerto
Me hundo en tu pecho escarlata
Vivieza de amor
Hubieses visto mis ojos
Ya resecos, agrietados
Dormidos los verdes pajarillos
Cuyas heces aprendo a amar
Como el pan que me salva
del silencio
Todos los días en que vuelvo
A sembrar en la lluvia tu nombre
En la calidez del agua que discurre
Mejilla afuera
Siempre mejilla afuera
Aunque
Te ame más que a dios en éste
Y en todos los basurales
En que orino desmesuradamente
Ya no quiero más palabras
Quiero ver brotar de entre mis huesos
Unas cuantas flores blancas
Quiero ver milagros
En los ojos ciegos de los muros
Infinito giro
Sal a buscar los caminos
Siempre los caminos
Sudorosa calle que me lleva
Bajo tus faldas
A morir
Envenenado por
Tus lagrimeantes poros
Tus latidos como dos enormes
Planetas de metal,
caídos en el fondo
Del universo
Noche, que me arrullas
pronunciando estrellas
Ponme a dormir
Agita tu mano delicada
Convierte tanta oscuridad
En el sueño prometido
Eterno
Clausurado
No dejes que nadie
Entre en tu memoria
Sin dejar olvidado su nombre
Como una cristalina zapatilla
Bendita mujer
De hueso,
Cruje mi corazón
Cuando te pienso
Serenada
En la larga avenida submarina
Que solemos recorrer junto a las horas
Que sueñan con un final
Un precipicio
Un agujero enorme
Donde pierdan
Su despiadada eternidad.

 
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