23 noviembre 2011

La tristeza de Da Vinci

Dominulres perdió a su hijo en el incendio de Roma. Su gran amor de padre le hizo arrastrar a Italia a apagarla en el mediterráneo y de tanto tirar de la península, desprendió un pedazo de la tierra en llamas; se lo llevó al fondo del mar, allí restregó su sangrante corazón contra las piedras, y hasta ahora no ha dejado que los peces le arrebaten un sólo grano de arena, pues en cada átomo de esa tierra la desesperada voz de su hijo parece retumbar: ¡aquí!, bajo las piedras, padre, estoy, aquí, me tienes que salvar!

Da Vinci pinta largos años sin encontrar el color principal.

 
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